¿A CUÁNTO ESTÁ EL M² DE CONSTRUCCIÓN?

En esta nota, el arquitecto Felipe De Ocampo nos explica en primera persona que la respuesta a la consulta de “¿cuánto vale construir?” es más compleja de lo que uno podría imaginar. La solución rápida es consultar los índices de construcción donde se publican mensualmente los valores promedio. Sin embargo, la arquitectura no es una ciencia exacta y se puede ayudar desde otro lado.

Te propongo un ejercicio mental: imaginate ingresando a una concesionaria para comprar un auto nuevo. Ni bien entrás al local, el gerente de ventas te intercepta preguntándote en qué puede ayudarte, a lo que rápidamente respondés: “Quisiera saber a cuánto está el m² de auto”. Ningún vendedor estaría en condiciones de ofrecer una respuesta válida, sin antes saber todo sobre el tipo de auto querés.

Cuando a mí como arquitecto me hacen esta pregunta, más que brindar información monetaria de los índices de construcción, intento, mates de por medio, generar el contexto adecuado para que el cliente pueda contarme el proyecto y sus expectativas, y empezar a armar las piezas que van a formar el precio de la construcción que busca. 

Dicen que un problema bien planteado proporciona la mitad de la solución al mismo. En cualquier negocio, el término “costo” es un número que se procura reducir al mínimo posible. Por esto, sugiero reemplazar la palabra “costo” por “valor”. En esta línea, si pensamos la construcción como una verdadera inversión, y como una generación genuina de capital, nos posicionamos desde una perspectiva diferente.

Definiendo el anteproyecto

Dicho esto, podemos llegar al qué vamos a construir y el cómo hacerlo. Suponiendo que fuera una casa familiar, es clave definir un programa de necesidades, que no es otra cosa que enumerar los ambientes (cantidad de dormitorios, sectores de servicio, requerimientos especiales, áreas sociales, etc). Aquí interviene una pieza fundamental que es el arquitecto proyectista, que debe resolver el programa de forma integral para llegar a un resultado acorde a las expectativas de su cliente. De este anteproyecto se desprende el cómputo que representa la superficie a construir.

Despejada la variable del “volumen de obra”, todavía tenemos otras variables que encontrar. La siguiente es el cómo: el sistema constructivo, el tiempo de ejecución y la forma de contratación de arquitectos y contratistas, que repercuten de manera considerable, y conllevan una distribución de riesgos y responsabilidades que deben ser tomados en cuenta para la formación del precio que se va a pagar.

Por último, y no menos importante, ya que es el punto que usualmente más desequilibra los presupuestos “previstos” en relación a los “reales”, es la calidad. Esta variable está vinculada a la elección de las terminaciones, es decir, la elección de revestimientos interiores y exteriores, pisos, artefactos de baños y cocina, griferías, detalles de molduras y cielorrasos, tipo de ventanas y cerramientos, diseño de puertas y herrajes, diseño de módulos y fichas eléctricas, tipo de zócalos, y un montón más de detalles, que presentan un mundo de posibilidades y precios distintos.

Muchas veces nos toca a los arquitectos combatir la ilusión de algunos clientes que pretenden establecer un presupuesto muy bajo al momento de contratar materiales y mano de obra, y obtener la máxima calidad al momento de la entrega de la obra. Por eso es importante que logremos guiar el proceso durante la fase de proyecto para entender la expectativa del cliente y poder brindar el asesoramiento adecuado. La definición de terminaciones deben formar parte de la propuesta estética del arquitecto, teniendo en cuenta que no siempre los materiales más caros representan mejor calidad, y que desde el diseño hay muchas posibilidades de aportar ideas que puedan ser materializadas sin necesidad de caer en sobrecostos.

Ultimando detalles

A esta altura de la charla, si el mate no se ha lavado aún, ya vas a estar “casi” en condiciones de obtener el número aproximado de “valor por m²” que viniste a buscar. Digo “casi”, porque faltaría incorporar todos aquellos rubros asociados que deben abonarse en toda construcción y que no se aplican directamente a la obra propiamente dicha. Todos ellos representan aproximadamente un 20% del total y suelen ser: honorarios de arquitectos, estudios de suelos y cálculos estructurales,  tasas y aportes provinciales, derechos de construcción municipales, cánones de obra en urbanizaciones privadas, certificados finales de obra, etc.

Si luego de un rato conseguiste determinar un cómputo estimado de superficies, consensuar un nivel de calidad, definir el esquema general de compras y contrataciones, y dimensionar a groso modo los costos asociados, vas a tener en tus manos las piezas clave para armar TU valor por m².

Al final, con el camino recorrido y la obra terminada, quizá puedas comprobar realmente si la construcción fue un costo o una inversión en capital. Si la obra fue un gasto o un aporte de valor. Hasta entonces… arquitecto a tu servicio: “¿En qué puedo ayudarte?”. 

Fuente: Arq. Felipe De Ocampo

Instagram: @fdo_arq

One Comment

  1. Cristian
    03/09/2019
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    Muy buen artículo.

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